El sistema inmunitario es un mecanismo de curación y protección natural, que nos ayuda a adaptarnos y a encontrar nuestro equilibrio interno. Hacernos amigo de él es una buena inversión para nuestra salud y calidad de vida.
Estamos en un momento crítico en que podemos observar que los hábitos y pautas de vida de nuestra sociedad no funcionan.
Hemos modificado los valores de vida sólidos construidos durante miles de años por otros totalmente superficiales y sin sentido común. Valoramos todo lo “exterior” e ignoramos todo lo “interior”: nuestras cualidades humanas, nuestras virtudes y calidad de corazón.
Como estamos en un mundo dualista, toda acción genera una reacción y las reacciones que estamos recogiendo ahora son de desequilibrio a todos los niveles de nuestro ser.
¡La mente ha superado al corazón y es un precio muy alto a pagar!
Existen y existirán gérmenes, virus, bacterias, ¡etc…es la vida! ¡Pero si estamos fuertes y con energía, no estaremos afectados por la gripe o cualquier otra enfermedad! Hay que revitalizar a nuestro sistema inmunitario, que es realmente el conjunto de todos nuestros sistemas: circulatorio, respiratorio, digestivo, nervioso, óseo, reproductor, endocrino… y a todos nuestros cuerpos (físico, emocional, mental), ya que cualquier desequilibrio en uno de ellos, nos afectará a nivel global. Hay que buscar la salud integral.
- Estar consciente de cómo nos debilitamos,
- Crear una buena calidad de sangre,
- Saber cómo mantenernos fuertes y con energía con nuestros hábitos del día a día.
Somos creadores de nuestra vida
Aquí no hay víctimas, sino que, con nuestro hacer diario, creamos nuestro Presente. Ya sabemos que, si deseamos tener el mismo futuro, tan solo hay que seguir con las mismas acciones. Pero si por el contrario, deseamos recoger diferentes frutos, hay que sembrar, hoy, diferentes semillas de las que habitualmente usamos. ¡Es de sentido común, si plantamos melones no podemos recoger zanahorias! ¿Nos gusta lo que estamos recogiendo en nuestra huerta interior en estos momentos?
¿Cómo nos debilitamos a nivel físico?
La forma más común depende directamente de la calidad de nuestra alimentación. Qué alimentos usamos y qué efectos-reacciones producen en nuestros cuerpos (físico, mental, emocional).
Si lo que realmente deseamos es obtener una calidad de vida, energía y estabilidad, uno de los primeros pasos, es reflexionar sobre qué clase de efectos y energía generan los alimentos que comemos al menos 3 veces al día.
Cada alimento nos genera un efecto, tanto a nivel físico como energético.
Cada alimento tiene su fuerza vital (KI) y de acuerdo a la cantidad y la forma en que lo consumimos, nos ofrecerá una reacción y energía diferente.
El cocinar, preparar alimentos para generar salud, vitalidad, equilibrio y paz interior es un arte olvidado, que hay que volver a recuperar a toda costa.
Los alimentos que producen una sangre ácida, estrés, desmineralización y con ello reacciones extremas a nivel físico, emocional y mental son los siguientes:
- El grupo de las grasas animales saturadas: Carnes ,embutidos, excesos de lácteos.
- Exceso de horneados (pan, bollería, pizzas…).
- El consumo diario de azúcares refinados en: azúcar blanco, azúcar moreno, de caña, miel, sacarinas, fructosa, azúcares artificiales, sirope de arce, chocolate, helados con azúcar, chucherías y golosinas con azúcares rápidos. Bebidas gaseosas azucaradas, pastelería y horneados con azúcares rápidos.
- Exceso de crudos, frutas ácidas y tropicales.
- El consumo regular de solanáceas (patata, tomate, berenjena, pimiento).
- Lácteos blandos (mantequillas, leche, yogur, nata,etc….
- Estimulantes (cafés, bebidas gaseosas azucaradas, etc…)
- Alcohol y vinagres
Todos estos alimentos acidifican la sangre, ¡nos desmineralizan! Por ello, nuestro cuerpo tenderá a equilibrar esta acidez con reservas de minerales. Si ya no existieran estas reservas, tendrá que obtenerlos de órganos y sistemas, con el consiguiente efecto desmineralizante y debilitante para todo nuestro sistema inmunitario.
Por ejemplo, el consumo de grasa saturada nos tensará y bloqueará el hígado, generando tensión, rigidez, produciendo toxicidad y sangre ácida, con emociones cerradas, fuertes y de exceso. Por ello, desearemos alimentos o bebidas de efecto opuesto que nos enfríen, nos ayuden a desbloquearnos, nos generen efectos de expansión, evasión, dispersión. Aunque con su consumo nos debiliten (especialmente el sistema nervioso y nuestros riñones) sintiéndonos sin energía, apáticos y con el sistema inmunitario frágil. Son los dos extremos energéticos, uno no existe sin el otro.
Hacia una salud integral y un sistema inmunitario fuerte
El primer paso es adoptar una alimentación que nos refuerce, nos mantenga un pH de la sangre ligeramente alcalino, y que no nos desmineralice.
Una alimentación basada en alimentos integrales, sin procesar ni refinar. Los alimentos de toda la vida, los usados por nuestros antepasados y principalmente originarios del campo.
Estos alimentos son: cereales integrales en su forma integral y sin procesar, que nos aportan energía y vitalidad. Proteínas vegetales (legumbres, tofu, tempeh, seitán), pescado, verduras de raíz (redondas y de hoja verde) verduras del mar (algas), semillas, frutos secos, aceites vegetales, frutas estacionales, condimentos y endulzantes naturales.
Y lo más importante, escuchar a nuestro cuerpo, nuestros sistemas están cansados y se debilitan. Por ejemplo, si vemos que en un momento dado, empezamos a tener síntomas de resfriado, podemos tomar inmediatamente echinacea, propolis y tomillo para poder reforzar nuestro sistema inmunitario o infusiones calientes de tomillo con unas rodajitas de jengibre fresco. Hacer vahos en la habitación con aceite esencial de eucaliptos y también hay que incrementar en invierno las horas de sueño y descanso.
Hay que entender el equilibrio, hay que reaprender a usar estos alimentos olvidados, saber sus combinaciones y sentirnos totalmente satisfechos con ellos. Para ello, hay que desear aprender, estar abiertos, instruirse y practicar a diario.
Montse Bradford
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